El misterio de la tundra by Pedro Urvi

El misterio de la tundra by Pedro Urvi

autor:Pedro Urvi [Urvi, Pedro]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2019-09-09T16:00:00+00:00


Capítulo 23

—Despierta, Lasgol.

Pero Lasgol estaba demasiado cansado para despertar.

—Vamos, despierta.

Escuchó la voz, la conocía, pero no quería abrir los ojos. Estaba muerto. Sólo quería descansar en paz y que nadie volviera a molestarle nunca.

—Se ha excedido.

Sintió unas sacudidas, como si alguien intentara reanimarlo, pero él no iba a despertar. No ahora que por fin podía descansar.

—Demasiado castigo para su mente.

—Lleváoslo. Rápido.

Se hizo el silencio.

La calma regresó y Lasgol descansó.

Descansó como nunca lo había hecho antes, disfrutando de un placentero sueño reparador tan profundo y agradable que nada ni nadie lo sacaría de él.

Sintió una luz intensa sobre su rostro. La ignoró. Pero la luz continuó atacándole con mayor intensidad. Lo molestaba, le impedía descansar. Quería apartarla de su rostro pero no podía.

Lo despertó.

Abrió los ojos y los cubrió con el antebrazo para protegerlos de la claridad que penetraba por un gran ventanal y bañaba la cama en la que estaba tendido. Pero aquella no era su litera ni aquella habitación su cabaña. Se sobresaltó.

«¿Dónde estoy?».

—Por fin despierta nuestro soñador —dijo una voz femenina que Lasgol reconoció de inmediato.

—Edwina…

—Me prometiste que andarías con cuidado y no terminarías de nuevo en mi enfermería… —le dijo la Sanadora del Campamento con una mezcla de dulzura y reproche.

—¿Estoy… vivo…?

—Sí. Vivo y bien.

—La catarata… los cortes… me moría… no puedo haber sobrevivido…

—Me temo que sí. Puedo asegurarte de que estás vivo.

Lasgol sacudió la cabeza. No lo entendía. Se dio cuenta de que ya no tenía aquella sensación de aturdimiento.

—¿Qué… ha pasado? ¿Qué hago aquí…? —preguntó Lasgol muy confundido y algo asustado.

—Te trajeron hace tres días después de finalizar la Prueba de las Maestrías.

—¿La prueba?

—¿Recuerdas la prueba? ¿Lo que sucedió?

—Recuerdo el Robledal Sagrado. Recuerdo los ataques… ¡Me atacaron! ¡Me hirieron! ¡La sangre!

—Eso es. Recuerda… con tranquilidad, no te alteres… Ahora estás a salvo conmigo —le aseguró ella.

Lasgol se incorporó en la cama y miró a todos lados confundido.

—Mi cabeza…

—¿Cómo la sientes?

—Mejor… ya no estoy aturdido… —dijo llevándose las manos a la sien.

—Me alegro. Eso es muy buena señal. Algunos quedan atrapados en su mente… y en casos extremos… no regresan…

Lasgol se puso tieso.

—Una pregunta… ¿Esto es real o es todavía la prueba?

Edwina rio.

—Esto es real. La prueba terminó hace tres días solo que has estado inconsciente todo este tiempo.

—¿Inconsciente? ¿Por qué?

—Te excediste durante la prueba.

—¿Yo? ¿Me excedí?

—Sí. Te excediste. Tu mente sufrió un castigo muy fuerte.

—No entiendo nada. ¿Mi mente?

—Sí. Tuve que aplicarme a fondo para hacerte volver del sueño reparador en el que te habías refugiado.

Lasgol se miró el cuerpo.

—¿Y mis heridas? ¿Cómo están? —preguntó alterado y se examinó el cuerpo en busca de las múltiples cicatrices.

—No las encontrarás…

—No veo las marcas. No puede ser. ¿Pero qué ocurre aquí?

—Tranquilo, no te alteres, todo está bien… deja que te explique…

—Ni siquiera con tu poder sanador podrías borrar esas cicatrices. ¿Me equivoco?

—No te equivocas.

—¿Entonces? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no estoy marcado?

—No eran reales, todo ocurría en tu mente.

Lasgol la miró sin comprender.

—¿Cómo que en mi mente?

—No era real.

—¡Claro que era real! ¡Las heridas, el dolor, la



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